Reinterpretando el Horror Vacui

¿Te horrizan los espacios vacíos?

En La Casa Chiquita tenemos los complementos, las ideas y la ilusión de diseñar contigo un espacio único.

Hoy les presentamos una pared decorada con la técnica del Horror Vacui. Una tendencia artística que alcanza su apogeo en pleno barroco holandés y español durante el siglo XVII. Sin embargo, 300 años después continúa siendo una solución estética y escenográfica absolutamente actual. Lo importante es combinar los colores, las formas y los objetos con cierta armonía. De este modo el miedo al vacío deja de ser una sensación aplastante y se convierte en uno de los puntos de atracción más importantes de tu hogar.

La Casa Chiquita

 
 



No se trata de llenar los espacios con piezas de dimensiones voluminosas sino en seleccionar objetos que por su apariencia estética concuerden con el resto de la decoración. La técnica del horror vacui abarca todos los colores desde los sobrios grises, blancos y negros hasta los fluorescentes más estridentes. Lo importante es la composición final y no los objetos aisladamente considerados.











Paredes que hablan...
 
Las paredes exhiben nuestra personalidad con sus recuerdos, curiosidades y proyectos futuros. Pueden reflejar nuestro aprendizaje estético, desde el caos de formas y colores de la juventud, pasando por el minimalismo de los años de rebeldía económica y familiar hasta llegar a la serenidad decorativa. Las paredes cuentan dónde nos hemos quedado o hacia dónde nos dirigimos.

 


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Podemos crear un inmenso puzzle realizado a través de objetos similares pero que fusionados logran una armonía cromática.Por medio de estas piezas, tejemos un llamativo mural en el que la variedad de colores y formas evocan una reconfortante sensación.

 


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El gran libro de historia de nuestra vida

Pueden ser sucesiones de cuadros, platos, tejidos, papeles, relojes o la combinación de todos ellos. Lo importante es que el resultado final, en su conjunto y por su belleza, nos acompañe durante muchas horas. El horror vacui es como un gran libro de historia de nuestra vida. No sólo sirve para traer al presente la cara de personas, experiencias y viajes. Cada pedazo de pared aloja el recuerdo de alegrías y penas, de risas y nostalgia, de experiencias y sentimientos. Nuestras paredes son el medio idóneo para transmitir nuestra identidad, nuestro pasado y el futuro que imaginamos. Pero por encima de todo permiten perpetuar la conciencia de momentos clave en nuestra vida. El horror vacui es un inmeso lienzo que muestra quiénes somos.



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Que las paredes no se caigan sobre nosotros y queramos huir de nuestra casa. Al contrario, que las paredes nos den la bienvenida y queramos permanecer en nuestro hogar. Bienvenidas a La Casa Chiquita.


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