Juguetes de hojalata: algo más que un juego



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Adentrarse en el mundo del juguete de hojalata es irrumpir en un espacio fascinante. Los que fueron compañeros de juegos infantiles en el siglo pasado se han convertido hoy en objeto de culto para coleccionistas.

En La Casa Chiquita te proponemos un paseo desde sus orígenes hasta su declive para comprender el papel que ocupa en la historia pero sobre todo, para entender el resurgir actual y cómo un rudimentario ingenio mecánico compite con juguetes de avanzada tecnología.


Después de la madera y antes del plástico


El juguete de hojalata se convirtió en el fiel confidente de los niños de finales del siglo XIX hasta la segunda mitad del XX cuando la llegada del plástico desplazó la hojalata por motivos de coste y seguridad para los más pequeños.


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Noria


Ocupa un lugar importantísimo en la historia porque hasta la incursión de la hojalata, los juguetes se fabricaban de manera artesanal, básicamente con cartón, madera, barro y tela. Los juguetes de todas las épocas, entendidos bajo nuestra visión actual, es decir, como objetos fabricados para entretener y divertir a los más pequeños, fueron generalmente un producto de lujo destinado a los niños de las clases más acomodadas e incluso, como artículos de colección para adultos. Entre otros motivos porque requerían de muchas horas de trabajo artesano. Y eso, antes como ahora, encarecía el producto. Pensemos en una muñeca de porcelana, pintada a mano, con ojos de cristal, traje de seda bordado y zapatitos a medida.

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Tiovivo


Si nos trasladamos a un tiempo, espacio y vida de hace doscientos o trescientos años, la preocupación de la mayor parte de la población que no formaba parte de las clases acaudaladas (realeza, nobleza, iglesia) era simplemente sobrevivir. Sobrevivir a las hambrunas, a las epidemias, a las guerras, al frío y al sometimiento de los poderosos. Y dentro del concepto sobrevivir no entraba la posibilidad de adquirir juguetes para entretener a sus hijos. Los niños trabajaban desde muy corta edad y cuando les quedaba tiempo, jugaban pero no necesariamente con juguetes (pensemos en el escondite y la gallinita ciega, juegos tradicionales de grupo que en la soberbia del siglo XXI los calificamos como juegos de interacción social). Pues bien, los niños de otras épocas fabricaban sus propios juguetes (no acudían a una megastore a escoger, catálogo en mano, el ingenio tecnológico que debe entretenerlos a lo sumo un par de horas en el día de su cumpleaños). No, los niños de aquellas épocas utilizaban restos de maderas, telas, piedras, barro, conchas, espinas, huesos, cáscaras y plantas para construir sus juguetes. Y en todo caso, la imaginación aportaba el quinto elemento necesario para unir y dar coherencia al juguete.

Tres momentos clave

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Elefante malabarista


El primer momento clave de la hojalata lo marca la primera revolución industrial iniciada en el siglo XVIII. A medida que se pudo tener un fácil acceso al acero fue posible la fabricación a gran escala de muchos productos, abaratando los precios y seduciendo al mismo tiempo a una clase media en expansión con recursos económicos suficientes para la adquisición de artículos suntuosos.

Con los avances tecnológicos en el ámbito de la química y la siderurgia, los juguetes de hojalata se consolidan en el XIX y representan el puente entre los juguetes fabricados de manera artesanal en los siglos anteriores y los juguetes de resinas sintéticas y mecanismos tecnológicos del siglo XX y XXI.
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Platillos


Un segundo momento clave lo marca el fin de la Segunda Guerra Mundial. Las potencias aliadas estaban interesadas en fomentar la actividad industrial de Alemania Occidental y de Japón. Las empresas de los países aliados encontraron en esas naciones destruidas un inmenso mercado en el que vender sus productos. Además, desde el punto de vista geopolítico, el avance económico de la región era una barrera natural contra el comunismo.

Los restos de bombas y del numeroso armamento bélico contenían suficiente acero para reutilizarse en otros artículos. Las empresas japonesas y alemanas fueron autorizadas a reanudar la fabricación y exportación de bienes no bélicos. De este modo, comenzó la edad de oro en la fabricación de juguetes de hojalata, que con un precio muy bajo garantizado, comenzó a inundar los cuartos de juego de los niños estadounidenses y europeos.
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Calculadora: los pies del mono multiplican y las manos dan el resultado

Británicos y franceses tampoco o se lo pusieron fácil a los alemanes ni en la guerra ni en el juego. Ambos países rápidamente se convirtieron en importantes productores y hacia el año 1950, Japón se convertiría en la nueva potencia en la fabricación de juguetes de hojalata.
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Diseño japonés


El tercer momento clave determina el declive. A principios de la década de 1960, los avances tecnológicos permitían hacer juguetes de plástico, más baratos que nunca y más seguros, sin bordes afilados tan típicos en la hojalata. A finales de esta década, los juguetes de hojalata se convierten en un pedazo de la historia.

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Automóvil propulsado


¿Por qué tuvo tanto éxito?

El juguete de hojalata era un objeto relativamente resistente pero al mismo tiempo alegre y divertido. Estaban fabricados mediante una hoja de acero y recubiertos de una capa de estaño, lo que les valió el sobrenombre de "hojalata". El desarrollo de la técnica de litografía como método decorativo y los modernos sistemas de ensamblaje en las fábricas permitieron la producción a gran escala y la reducción de costes. Los colores llamativos, intensos y el amor por el detalle supusieron una ruptura frente al juguete tradicional. Además, la cuerda del mecanismo dotaba de vida a los ingenios mecánicos con sus movimientos repetitivos e inesperados.

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Oso panda con tambor


La ciudad alemana de Núremberg y sus alrededores se convirtieron en los mayores centros jugueteros del mundo. Hay que tener en cuenta que a mediados del siglo XIX el sector sufre una profunda transformación debido a la mejora de la maquinaria y las comunicaciones. El cambio tecnológico provoca la salida del mercado de los pequeños talleres familiares en favor de las nuevas fábricas abastecidas con vapor o electricidad y organizadas por secciones con capacidad de producir a gran escala. Estas empresas disponían de la tecnología y del presupuesto para acometer el diseño de juguetes más complejos. Los fabricantes idean perfectas miniaturas de objetos reales así como nuevos juguetes de fantasía nunca vistos hasta el momento con mecanismos sorprendentes.
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Balancines


La reproducción de medios de transporte causaron gran furor: ferrocarriles, barcos de vapor, coches, motocicletas y aviones fueron fuente de inspiración para grandes y pequeños. El mundo rural estuvo también muy presente (animales de granja y agricultores fueron ampliamente reproducidos en hojalata).

Te sugerimos una visita al museo del juguete de Núremberg para conocer algo más sobre este apasionante tema.

¿Se fabrican en la actualidad juguetes de hojalata?
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Automóvil de época


Por supuesto. Hoy en día asistimos a un nuevo boom del juguete de hojalata. Presenciamos un incremento espectacular en la fabricación de nuevas piezas que imitan las pasadas o que reproducen objetos o personajes contemporáneos. No debemos perder una perspectiva global a la hora de comprender el universo del juguete y el papel que tienen en el desarrollo de los niños. Los juguetes siempre han reflejado el mundo de los adultos a una escala más pequeña. Preparan a los niños para comprender los códigos de los mayores y a desenvolverse en la sociedad que les toca vivir. La hojalata, en un plano más humilde, no deja de sustraerse a la fascinación que produce en el adulto las nuevas tecnologías, los modernos medios de transporte o los ídolos de la moda, la música o el deporte. Trenes de alta velocidad, superaviones y personajes de dibujos animados o de películas de cine de gran éxito comercial son ahora miniaturizados en hojalata.

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Réplica de scooter años 50


Tanto el juguete de hojalata fabricado en la actualidad como los originales producidos en las primeras décadas del siglo XX se caracterizan por su colorido y por unos mecanismos muy cuidados. Respiran un cierto aire ingenuo que evoca la nostalgia de otros tiempos. Su originalidad los convierte en auténticas joyas que divierten por igual a niños y adultos.

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Peonza




¿Qué ocurrió en España?

En España la producción del juguete de hojalata se inició más tarde respecto a Europa (como tantas cosas en nuestro país), hacia finales del siglo XIX. La mayoría de las industrias jugueteras se instalan en la ciudad de Ibi (Alicante) y alrededores. Dos importantes referentes son los empresarios Payá y Picó, de profesión hojalateros y centrados en la producción de aceiteras, utensilios para el hogar y recipientes para los heladeros de Alicante.

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Réplica de la firma Payá




Sin embargo, aprovechan el dominio de la técnica de fabricación para iniciar la producción de juguetes. De hecho a medida que el país se motoriza los coches de juguetes se convirtieron rápidamente en uno de los artículos favoritos. Las ventas crecieron proporcionalmente al desarrollo de la industria del automóvil y la progresiva presencia de coches en las carreteras.
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Pozo de agua





Entre el mito, el coleccionismo y las antigüedades

Para comprender el interés que despierta el juguete de hojalata y los altos precios que alcanzan en las subastas no hay que perder de vista que estos objetos son eso, juguetes.

Fueron diseñados para atraer y entretener a los niños. Y cuando un juguete cae en manos de un niño puede ocurrir que sea amado y cuidado, pero también maltratado y cercenado. Y aquí reside su verdadero valor coleccionable: no fueron concebidos para ser coleccionados sino para usarse sin límites. Como resultado, los originales que han sobrevivido hasta la actualidad se cotizan a un alto precio y mucho más si mantiene el embalaje original. Puedes admirar una selección de juguetes antiguos originales en la siguiente página: www.antique-tintoys.com. Y por supuesto, no dudes en visitar nuestra tienda o entrar en la web de La Casa Chiquita. Hasta pronto
Saltamontes





















































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